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lunes, 3 de agosto de 2015

Rana común (Pelophylax perezi) - Unos vecinos ruidosos

Su canto puede escucharse a grandes distancias y evoca aquellos veranos de la infancia al borde de las charcas donde las ranas croaban incansables y nosotros perseguíamos renacuajos. Las fotografías están hechas en unos humedales segovianos la semana pasada.




La más común de nuestras ranas es un endemismo de Portugal, España y sur de Francia, capaz de colonizar cualquier lugar con agua: arroyos, ríos, regatos, canales de riego, charcas, lagunas, embalses o cunetas hasta los 2.500 metros de altitud. Suelen medir en torno a los 8 cms. aunque en ocasiones se encuentran ejemplares más grandes. Se la suele llamar Rana verde, aunque su coloración varía entre el verde y el marrón con numerosas manchas negras.



 
 

Sus bajas exigencias en la cantidad o calidad del agua que las lleva a soportar aguas frías y calientes, corrientes o cenagosas, limpias o contaminadas e incluso con cierto grado de salinidad, hacen que sea fácil de ver y de escuchar en casi todos los lugares  y la convierte en una de las primeras especies en colonizar nuevos espacios disponibles. Sus elevadas puestas, con hasta 7.000 huevos, también contribuyen a asegurar su descendencia, pese a contar con numerosos depredadores como: culebras, cigüeñas, garzas, nutrias, cangrejos, peces, otros anfibios e incluso ejemplares adultos de su especie.

  


Sus mayores peligros son la desaparición de humedales, así como la excesiva contaminación del agua, la presencia de especies alóctonas (Rana toro americana) y la hibridación con Pelophylax ridibundus (Rana europea común) y P. lessonae (Rana verde centroeuropea) que además de la contaminación genética conlleva desplazamientos de la especie. Su pesca está regulada en algunas Comunidades Autónomas y también se cría en granjas para su comercialización.

 


 
Prefiere zonas con vegetación próxima al agua que les permite esconderse en caso de peligro

Ref.: wikipedia.org

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